Quiero algo sin medida (o a mi medida)
Anoche te
dedicaron un capítulo. Hablaron de vos, tu mudanza, de algunas cosas graciosas
que hizo tu papa y de tu alegría. Me gustó saberte contento por este paso. Se
lo que lo deseabas y hasta recuerdo nuestras primeras charlas en las que me
contabas que siempre soñaste “con formar una familia y tener tu casa”.
Hoy que logras esto yo recuerdo otra charla y me convenzo de que merezco mas. No me merezco - ni quiero - seguir conformándome con un mensaje de vez en cuando ni con lo bien que la pasamos cada vez que nos vemos.
Nunca me interesaron muchos los títulos, ni la imagen, ni el qué dirán. No sueño con casarme ni quiero estar de novia para tener a quien llevar a tal cena o cumpleaños.
El casamiento ideal, desde mi perspectiva claro, es un asado al mediodía. Nada de souvenirs, plato de sitio ni discusiones para decidir detalles inconducentes e innecesarios.
No me interesa la libreta roja ni el vestido blanco. Mucho menos saber que ahora lo tuyo es mío. No quiero ni espero que me hagas feliz, ni creo que el casamiento sea el punto de llegada o el inicio de “fueron felices y comieron perdices”.
Creo en el día a día y en encontrar la manera de encontrarnos, de cuidarnos. No me gusta esa mirada en el que al casarte pasas a ser “alguien” que está y estará “hasta que la muerte nos separe”.
Me voy a casar el día que sienta que encontré a esa persona que trata de que cada momento sea único, y que entienda que cada uno es libre de irse cuando quiera. Que estamos juntos porque eso deseamos y nos hace bien, no por obligación o deber.
Creí que pensabas igual que yo.
A pesar de eso, aun no estoy lista para eso y para dar algunos pasos prefiero tomarme mi tiempo: conocernos, seguir aclarando “malos entendidos”, escribirnos lo que queramos y cuando queramos, sin pensar que va a generar en el otro, sin pensar en los temores, sin pensar en nuestras historias, sin pensar en errores pasados. Sin pensar.
Permitiéndonos ser lo que somos – sin título o con el título que decidamos ponerle -, disfrutándonos sin pensar en el mañana, divirtiéndonos como hasta ahora y pasándola bien. Porque pensar en el mañana no hace más que arruinar las cosas, o no?
Anoche te dedicaron un capítulo. Yo hoy te dedico otro.
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