La concha
de tu hermana. La re puta que te re mil pario. Puto. Cagón. Todo eso quiero
decirte.
Escondido
adentro tuyo, en un lugar chiquito hay un botón donde reside tu masculinidad,
tu hombría.
Espero que estas líneas lo
activen. Que reacciones. Que hagas algo. Que me busques. Me escribas. Me
llames.
La palabra
que mejor te describe hoy es cagón. Tal vez no y se active ese botón que te
haga querer correr el riesgo, abrirte, probar, dejar tus miedos de lados y animarte.
No sé si
querés saberlo pero podría seguir puteándote e insultándote. Lo haría sin
problemas. Sería acompañado de un llanto desconsolado y con mucha impotencia.
Tal vez de la misma manera en que llorabas vos cuando me hablaste del temor a
sufrir.
No lo haría
con bronca, sino con tristeza y desazón. Con angustia. Casi como el de hoy. Un
esfuerzo desesperado por encontrar algo positivo en este charco de lodo en el
que me revuelco sin saber qué hacer.
Hace varios
días que estoy acá. Sentada, mojada y sucia. Quiero salir pero no puedo. Una fuerza
me empuja a seguir enchastrándome. Siento frío y el barro se va secando en mi
cuerpo, dificultando los movimientos. Mis piernas no obedecen. Mis brazos
tampoco. Sigo acá, mojada y embarrada mientras mis lágrimas ruedan por mis
mejillas y luego en caída libre hasta este charco de mierda.
No se qué
te generará leer estas líneas. Solo te pido que no te preocupes. Lo contrario
al amor no es el odio, sino la indiferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario