jueves, 28 de junio de 2007

Montes de Oca

Viajo en un auto de los años 80 a un destino que parece detenido en el tiempo. La calamitosa ruta se pierde en la provincia de Buenos Aires. Me sumerjo en el camino, rodeado de amarillos y marrones. Reparo en lo notorio que es el invierno en estos pagos. Nos alejamos de la Capital y se acrecenta el olor a pueblo, la tranquilidad.

A medida que nos acercamos el contraste entre nuestro destino y el cielo se hace aun más evidente. El cielo es de un azul profundo a pesar de las nubes y el resto de la escena es en color sepia.

Hace mucho frío. Me acomodo en el asiento, mientras me abotono el tapado gris. Tengo alrededor del cuello un chal que me envuelve. Casi diría que me asfixia.

Llegamos a la entrada: un imponente arco de cemento gris con grietas y rajaduras me recuerdan el paso del tiempo por estos lados. Nos detiene un policía y luego de pedirnos los documentos, nos permite avanzar. Una vez dentro de la colonia la gente deambula ausente. Caminan sin destino. Perdidos en un terreno conocido. Es un paraje gris y desolado. Triste y monótono. Se respira apatía y se los percibe bucólicos.

Mi compañero me comenta que este lugar fue modelo en los años 50, cuando el país era dirigido por el General. El primero con semejante infraestructura y auto sustentable en Latinoamérica. Claro está que los años no pasaron en vano y el correr del tiempo ha dejado su huella.

Falta abrigo, compasión y color. Falta alegría. Pero se tienen unos a otros. Solos en su mundo. Acompañados por otros, rodeados de cientos de otros, pero solos.

Escucho historias tristes, trágicas. Todas cargadas de violencia y abandono. Pero ellos sonríen, piden y esperan. Cuentan su historia como algo anecdótico, un dato menor.

Nos tratan como perros, escucho decir a Juan José. Sonrío. Sonrío tímidamente porque no sé que contestar, como justificar el maltrato.

Piden azúcar y suena extraño. No entiendo. Supongo muchas cosas y de golpe recuerdo cuan importante es a veces una cucharadita de azúcar, como endulza.

Se acerca uno, vive acá desde 1984. Este es su mundo. Calculo que debe tener 1 hectárea, 20 pabellones, unos cuantos árboles y unos varios cientos de personas, que como él, no viven su vida, sino que la transitan. Cada uno como puede. Romulo, toma su bicicleta y se despide. Sé que las despedidas duelen, pero ésta, no sé porque, duele aun más.

martes, 26 de junio de 2007

Rabia

Es lo que me genera saber que mentís. Sé que querés pelear, discutir, pero para que? Es tu manera de relacionarte con él, pero a mi no me gusta. No lo quiero para mí. Yo prefiero charlarlo, buscarle la vuelta... pero no pelear. Estuve mucho tiempo metida en tus peleas, en tus interminables discusiones sinsentido. Peleas que solo buscaban ser eso. Marcar la diferencia, ganarle al otro. Nunca fue buscar una solución.

Ahora que puedo mirarlo desde afuera y más objetivamente te digo que no. Que no lo quiero para mí. Y no solo no lo acepto sino que tampoco quiero presenciarlo, escucharlo, percibirlo... no quiero ni olerlo.

Espero poder tomar distancia de vos y poder elegir nuevamente como quiero vivir. Ahora sí... para mi!

miércoles, 20 de junio de 2007

Tendencia

Tengo esa inclinación a contar solo partes. Fragmentos. Recortes de las cosas. Por lo menos cuando escribo. Cuando conozco a alguien, una sensación, percepciones, dudas, reflexiones ...pero de a partes. A decir verdad, y tal vez para contrarrestar, cuando hablo me voy al otro extremo. Cuento todo, doy detalles, como dirían ... me voy por las ramas.

Empiezo hablando de un tema y termino dando detalles y contando pormenores de otro tema, que nada tiene que ver con el primero. Y para peor? No terminé con el primer tema.

Los que me conocen, me hacen volver al grano. Tal vez si pudieran todos lo harían, pero no se animan. Los amigos de larga data no demoran en recordarme que el cuento venía a colación de tal o cual cosa, y me fuerzan a volver al tema en cuestión.

Cuando relato algo también agrego opiniones de la gente con la que hable el tema, percepciones de terceros. Es como una mesa redonda, plasmada a través mío. Con todo lo subjetivo que eso puede ser.

También, y por si esto fuera poco, repito relatos. No es adrede ni tampoco con maldad, pero lo hago. Me embalo contando algo para que en algún momento, me interrumpan y me digan ...ya me lo contaste!

viernes, 15 de junio de 2007

Ella

Ella sonríe frente al espejo mientras se prueba que se pondrá hoy a la noche. Nada le gusta. Nada le conforma. La imagen que le devuelve el espejo no es de su agrado, y creo que no tiene que ver con lo que ella ve, sino con valores que le transmitieron, ideas huecas con las que le llenaron la cabeza.

Si tan solo mirara el espejo con mas atención vería esos ojos verdes precioso que tanta luz transmiten, esos hombros imponentes, la frescura de sus gestos, el pelo lacio y brilloso que tiene y con el que se esfuerza por tapar sus orejas. Esas orejas que ella ve enormes e impactantes, pero no son mas que unos porotos que asoman de su cabeza. Si mirara con mas detenimiento vería que tiene unas piernas largas y flacas que podría lucir perfectamente con pollera... pero no. La moda hace que se vista igual que todas. La mirada de su madre, que se acompleje.

Si volviera a tu edad, y sé que no es una edad fácil, dejaría de vestirme como todas, para mostrar mi particularidad. Dejaría de querer ser original, para ser yo. Evitaría pasar desapercibida siendo como el resto, para hacer lo que tengo ganas y vivir siguiendo mis ideas... al fin de cuentas vos querés que te quieran por ser quien sos o por ser quien aparentas ser?

Sos linda adentro: tus gestos, tus valores, tus actitudes, tu alegría, tus sentimientos y el modo de expresarlos... y en ese caso no me importa si tu remera combina con el pantalón o si esas zapatillas son el último grito de la moda.

Hermanita, te quiero a vos! QUERETE VOS TAMBIEN!

miércoles, 13 de junio de 2007

¿Life it's life?

Seis y media de la mañana suena el celular. Me levanto y voy a trabajar. Después de más de nueve horas fuera de casa termina mi día laboral. Salgo corriendo. Quiero volver a casa. Hora y media de viaje después llego para cambiarme e ir a entrenar. Dos horas y media de correr y transpirar. Regreso a casa. Me baño, como algo y me acuesto. Trato de dormirme rápido, quiero descansar, como queriendo ganarle al tiempo.

Me levanto seis y media otra vez. Voy a trabajar y al salir corro a la facultad. Diez de la noche emprendo el regreso a casa. Comer, pegarme una ducha y a la cama nuevamente. Pienso en cuanto me gustaría charlar con mi papa y contarle de mi día. Mama mientras hace sus palabras cruzadas en la cama. Mi hermana más chica duerme y la otra no está en casa. Me siento sola, pero solo por un rato, ya que me doy cuenta que tengo que irme a dormir lo antes posible. Mañana sonará el despertador a las 6 y media y el día empezará otra vez y con el la tediosa rutina ...

martes, 12 de junio de 2007

Mi paz

Un sahumerio prendido. Luz tenue. Las cortinas cerradas y música suave. Alguna melodía lenta a volumen bajo. Dejar los sonidos externos y los internos también. Apagar la cabeza y tratar de no pensar. Difícil, pero lo intento.

Dejarte fluir. Sentir todas y cada una de las partes del cuerpo. Relajarse. Simplemente cerrar los ojos y volar lejos de aca.

jueves, 7 de junio de 2007

Robo

Recuerdo que teniendo 4 o 5 años y paseando por el supermercado encontré una bolsa de caramelos Sugus abierta. Fue tal el descubrimiento que decidí meter la mano por el agujero y agarrarme algunos. Al salir la mire a mama con mi cara típica de pícara, extendí la mano y abriéndola le mostré los 5 caramelos que me había “robado” del súper.

Recuerdo en ese momento el seño fruncido de mama. Todavía hoy no puedo creer como fue que me hizo ir a pedirle perdón al Gerente del supermercado y encima devolverle los caramelos. Pero recuerdo que lo hizo.

Ahí aprendí que llevarme algo que no era mío era robar.

Vos, lo aprendiste? Te lo enseñó tu mama? Supongo que no y que esa es la única razón valida para que hicieras lo que hiciste.

Tu gesto, mocoso, me generó muchas cosas, pero por sobre todo, un sentimiento de vulnerabilidad e impotencia que jamás había sentido.

Vulnerabilidad de mi condición de humano, de ser falible, de ser mujer, de tener algo que vos no y evidentemente querías. Impotencia por no poder solucionar esta situación, por no poder mandarte a hablar con el gerente del super para que aprendas que esta mal, por no poder pegarte un coscorrón y recapacites sobre lo que hiciste. No solo no es una gracia, sino que tampoco la tiene.

Me queda una sola duda, serás consciente de lo que hiciste? Creo que no, y tal vez por eso te disculpo y espero que no se repita nunca nunca más.

Escuché al pasar ....

"No es importante cuanto vivas, sino como viviste el tiempo que te tocó vivir"