viernes, 31 de agosto de 2007

Claudia

Pisando los 30 años y para sacar de su cabeza, o de su corazón, un amor terminado, decidió dejar la Capital e irse a instalar al sur. San Martín de los Andes fue el destino elegido. Ni siquiera ella imaginaba que allí conocería al padre de sus hijos.

Psicóloga de profesión y curiosa por naturaleza, vivía siguiendo sus impulsos, hasta que lo conoció a el. Él, que tenia 11 años menos que ella.

El amor los atravesó a ambos y en poco tiempo vivían juntos y en menos tiempo volvieron a vivir a Buenos Aires y encargaron al primero de los tres hijos que tendrían juntos.

¿Es por un tercero en discordia?, le pregunté.

No, nada que ver. Es la diferencia de edad, y los hijos. Uno canaliza ahí la energía y se descuida a la pareja, contestó

Hace ya diez años que están juntos y tienen 3 hijos hermosos.

Yo la conocí viajando y tomando distancia de esa crisis. Crisis que parece estar disolviéndose.

¿Será así realmente o seré yo que estoy empezando a tener una mirada optimista sobre el matrimonio?

jueves, 30 de agosto de 2007

Viaje I

Si bien la noche anterior había salido a cenar por las poco transitadas calles de aquel pueblo cercano al Ecuador, ningún indicio tenía del amor que iba a encontrar.

Esa mañana amaneció nublado, oscuro. Nubes grises le quitaban la luz al paisaje. El pueblo se veía triste. La tristeza embargaba las calles y los negocios, cambiando el paisaje por completo.

Salí caminando rumbo a la playa y la tristeza se ampliaba. A medida que avanzaba, la tristeza también lo hacía. Mi soledad iba quitándole luz a todo aquello que pisaba.

Mi mirada estaba puesta en el cielo, más precisamente en el punto en el que éste se encontraba con el mar. Una delgada línea separaba el verde del azul. El contraste era llamativo y me gustaba sobremanera.

De repente, y sin indicio previo, salió el sol. Mi corazón cambió por completo. Los colores del pueblo aparecieron y mi estadía empezó a llenarse.

El cielo brillaba con intensidad y el viento... el viento era fresco y dulce. Jugaba con mi pareo mientras subía la escalinata del acantilado. Una vez arriba la vista cambiaba, se ampliaba. Magnificente. Inmensa. Mientras el sol se ocultaba detrás de las palmeras.
Me sacaste una foto con el paisaje de fondo y sosteniendo el pañuelo que llevaba en la cabeza para que no se volara y volvimos caminando a la posada. Moría por una ducha y poder pasarme un poco de crema por el cuerpo. A la noche, habías prometido, comeríamos cerdo y yo esperaba con ansias.
(Continuará)

martes, 28 de agosto de 2007

No quiero

Recuerdo la conversación del domingo y sonrío. Complicidad y un nuevo estado civil.

A pesar de ello creo que con mis miedos te cohíbo. Siento eso por lo menos. Tal vez es la manera en que cuidas lo que decís, o disfrazas tus intenciones. Puede ser que me equivoque también, pero considero que te inhibo. Y no quiero eso.

No quiero eso. Definitivamente no lo quiero. Quiero que seas vos. Que puedas fluir. De mis miedos me ocupo yo.

Mi miedo es mío y solo mío. Vos no tenés porque cargar con el. Voy a superarlo solo si lo enfrento, no si lo evito.
¿Me ayudas?

lunes, 27 de agosto de 2007

Viaje

Después de una noche llena de afecto y cosas compartidas, emprendí el viaje en auto. Viaje que terminaría recién a las 6 de la tarde y luego de muchas vueltas.

Hacia delante solo veía incertidumbre. Un profundo miedo me embargaba y sentía un nudo en la garganta. Quizás por lo desconocido. La experiencia de viajar sola, tal vez.

Apreté contra mi pecho el dinero que había cambiado una semana atrás, mientras fantaseaba con como serían las cosas: la gente, el lugar.

El avión aterrizó y pronto me encontré en un taxi rumbo a mi destino final.

El viento entraba por el pequeño espacio abierto entre la ventanilla y el borde de la puerta. Golpeaba contra mi cara y enredaba mi pelo. Ellas conversaban atrás sobre cosas desconocidas y el murmullo se evaporaba con el calor del ambiente.

El sentimiento era de soledad: estaba acompañaba pero me encontraba sola. Completamente sola con mi alma.

Mientras tanto, aprovechaba e iba descubriendo el paisaje: los colores, las sombras y texturas. Sus olores y sabores. El sol se escondía muy a mi pesar. Podía sentir incluso el olor a sal.

Veía luces a lo lejos y los contornos empezaban a dibujarse. Luces enmarcando la vegetación, los negocios, las siluetas.
A pesar de mi excitación y entusiasmo nada de todo esto delataba aun lo maravilloso y mágico que sería ese lugar.
(Continuará)

viernes, 24 de agosto de 2007

¿Pasa?

Escribo. Me aburro. Miro la pantalla y leo. Busco una leche manchada y charlo con una amiga. Me siento otra vez. Suena el teléfono. Mientras hablo escucho un bip y sé que tengo una llamada en espera. Corto y se que hay alguien esperando en la línea. Respondo. Sonrío. Soy empática y fuerzo mi simpatía. Contesto mails. Suena el teléfono nuevamente. Consulto y respondo mas mails. Actualizo archivos. Envío nuevos mails y en un hueco, subo algo al blog.

Termina mi día. Me hago varias preguntas y la respuesta a todas ellas es un no rotundo.

Pasan las horas y el mundo sigue igual. Pasa el día y el mundo sigue igual. Y así se me pasa la vida.

martes, 21 de agosto de 2007

Cielo

Hoy levanto la cabeza y al mirar hacia arriba me doy cuenta que es igual que allá. Celeste profundo y con esas hermosas manchas blancas que lo hacen único.

Pero algo me inquieta y no sé que. Reconozco una diferencia y no sé cuál.

Los colores son los mismos: celeste y a veces azul. Despejado y otras veces no. Las texturas también: nubes esponjosas y blancas, como si las hubieran inflado, livianas. Otras, en cambio, grises y chatas. Esas oprimen la tierra y le quitan la luz. Esa, por lo menos, es mi sensación. Te diría que hasta el olor es parecido. La única diferencia esta en el tamaño y se nota.

La inmensidad es lo que lo diferencia. Veo el cielo por partes, fracciones. Secuencias que entrecortadas no forman un todo. Alla veía un cielo infinito. Rebalsante de inmensidad y luz.

Despertarme y ver el cielo me iluminaba los ojos, me endulzaba el corazón, me hacia flotar. Acá no es así. Este cielo no me alcanza. ¿Porque será?

jueves, 16 de agosto de 2007

Fragmentos de mi vida

Mientras un señor parado lee Siddharta y en la otra punta un hombre canoso hace lo propio con el Olé, ahogás tus penas subiendo el volumen de tu mp3. El subte está detenido entre 2 estaciones y veo tus ojos llenarse de angustia. Brillan inundados de lágrimas y el golpéa tu alma una vez más. Mientras Maná resuena en tus óidos e invade el vagón, yo fantaseo con el origen de tu penar.

martes, 14 de agosto de 2007

Confesiones

Preguntaste por mi pasado y mis sentimientos. Si algún día pensaba casarme y también por eso que me tenía preocupada.

Mientras tomábamos un vino tinto y el folclore inundaba el ambiente, escuchaste atentamente y te sorprendiste con mis respuestas. Te sonrojaste con mi frontalidad y descubriste que todo lo que tengo de pasional tambien lo tengo de racional.

Dijiste que mis planteos eran únicos y creo que tenés razón. Son tan particulares como mis miedos y mis sueños. Mis antojos y deseos.

Sí. Mi miedo. Ese que espero que alguien me saque, acompañándome de la mano a transitarlo. Paso a paso. “Día a día”, como dijiste.

lunes, 13 de agosto de 2007

Carioca

Ella se pasea altivamente por la calle principal del pueblo acompañada por una mujer que pasa desapercibida a su lado. Lleva un vestido corto. Es blanco con unas enromes flores azules. Tal vez demasiado corto, aunque en ella luce perfecto.

Camina segura. Su cabello corto y oscuro enmarca las simples facciones de su rostro. Su sonrisa de caramelo endulce cada palabra que pronuncia y le da un toque misterioso.

Tiene piernas largas y delgadas y el vestido le permite lucirlas. No lleva maquillaje y su anatomía es la de una niña, a pesar de que está pisando los 30.

Sus brazos son delgados también y sus hombros simplemente preciosos. Su piel luce brillante. Es del color del chocolate con leche.

Camina imperturbable a pesar de que su cuerpo no es perfecto.

Entonces me pregunto, solo alguien con el cuerpo perfecto puede caminar seguro? La seguridad acaso no está en uno?

jueves, 9 de agosto de 2007

Un día

Ella se movía con seguridad. Entro al despacho sigilosamente pero decidida. Se paro frente al escritorio y apoyo las manos sobre el.

Ella llevaba una falda negra y una blusa blanca. Los tacos altos resaltaban sus piernas. Inclinó el cuerpo hacia delante. El sorprendido, saco los ojos del monitor. No esperaba una interrupción, y menos de ella.

Se conocía hacía años. Ella estaba detrás de los detalles. Quien no la conocía podía pensar que se ocupaba de el con obsesión. Pero no. Ella encaraba así todos los vínculos, todas las tareas.

Él tenia 50 y tantos y estaba felizmente casado. Solo alguien tan cercano como ella conocía como eran las cosas realmente.

La miró asombrado por encima de los lentes y con los ojos marrones bien abiertos. El llevaba un traje oscuro y zapatos bien lustrados que lo hacían lucir más alto. Era detallista en extremo.

Ella lo miró a los ojos y mientras una lagrima rodaba por su mejilla, se acercó a el y lo beso en los labios. Su beso fue tierno y breve. Mas de lo que ella hubiera querido. Y dejando un papel sobre el escritorio, se dio vuelta y se marchó.

Él la siguió con la mirada sin entender. No esperaba ese beso. No esperaba esa reacción. A decir verdad, no esperaba nada.

Cuando pudo volver en sí tomó la hoja que había dejado delante suyo y la observó. La letra era clara y redonda. Le costo fijar la mirada y prestar atención al contenido de la misma, y cuando lo hizo dudo de los que sus ojos leían...

Por su cabeza pasaron imágenes variadas, olores, colores y sonidos. Por la de ella solo la angustia. Se llevaba consigo el sabor de sus labios, pero nada más. En tanto tiempo ella había amado por los 2, ilusionándose con un mañana.

Él había vivido su vida, ella solo una fantasía.

¿Quien dijo que el mejor lugar para vivir es Buenos Aires?




lunes, 6 de agosto de 2007

De vuelta en Buenos Aires

Y el calor se fue. Abandonó mi cuerpo. Quedó haya lejos.
En su lugar frío y humedad. Ese frío que cala los huesos y se siente en el alma. Ese frío que cambia nuestro modo de andar por la vida. Nuestro forma de vivir.
Helado. Desconcertante e invasivo. Invade todo. Llega a cada rincón enfriando todo a su paso. Endureciendo todo. Entumeciendo todo. Hasta mi sonrisa.
Ya vendrán tiempos mejores y el sol derretirá el hielo que rodea mi corazón.

viernes, 3 de agosto de 2007

La frase más dulce

Eran cerca de las 2 de la mañana y estaba recostada a tu lado. Transpirados todavía y a oscuras.

- "Estas muerto!", afirmé

-"Nunca estuve mas vivo", contestaste.

Sonreí y te abracé fuerte. Fueron las palabras más dulces que me dijeron. Las más dulces que escuché.

Ahora, a varios miles de kilometros de distancia, extraño esas palabras, esa espontaneidad, esa voz. La tuya.

Escuché al pasar ....

"No es importante cuanto vivas, sino como viviste el tiempo que te tocó vivir"