miércoles, 19 de septiembre de 2007

Viaje II

Pero no. No fue esa noche cuando lo conocí a él. Tampoco fue la siguiente ni la otra. Lo conocí durante el día.

Todo comenzó cuando al volver de la playa descubrí que habían dejado en la posada una nota a mi nombre. A la mañana siguiente tenía una cita en la playa: las dos argentinas que había conocido en al avión, me iban a estar esperando.

Así fue como a la mañana siguiente y luego de un desayuno bastante pesado, emprendimos la marcha. Fueron casi 40 minutos de caminata. El agua en nuestros pies y el sol en la espalda. Cómo lo extraño! El calor en la piel y el viento: tibio y suave.

Al llegar, las reconocí casi instantáneamente y después de un cordial saludo buscamos donde acomodarnos. Nuestras lonas sobre la arena y el sol en medio del cielo.

Ahí lo conocí. Recuerdo el momento como si fuera hoy. Había una enorme sombrilla de lona que hacía las veces de tienda. Ahí y con protector en la nariz, vendía bikinis de colores llamativos y de tamaño diminuto.

A primera vista no me sorprendió, es más, ni reparé en el. Pisando el metro ochenta y de melena morocha, tenía la piel bronceada y pasaba las horas entre mujeres que se probaban una y otra vez cada uno de las prendas.

Si había algo que lo caracterizaba, era su sonrisa: amplia, luminosa, casi perfecta.

Al partir, esa tarde, nos acompañó hasta la ruta donde tomaríamos el transfer que nos llevaría de regreso a la posada. Mandadas y hasta un poco inconscientes, o por lo menos eso diría mi mama, aceptamos.

2 comentarios:

mosquita muerta dijo...

suena muy cálida la historia
atesorás una bikini en color llamativo de recuerdo?

Anónimo dijo...

Náufrago de retira de estas aguas. No sabe navegar entre la fantasía y la realidad. Su frágil y débil balsa no resiste la embestida de estas olas. El sol, la lluvia y los vientos de la insinuación lo pierden en un horizonte sin rumbo. Se va en busca de un mar más calmo…

Escuché al pasar ....

"No es importante cuanto vivas, sino como viviste el tiempo que te tocó vivir"