Viajo en colectivo mientras escribo en mi cuaderno. Palabras, frases y por último la fecha.
La lluvia cae sobre mi cabeza mientras esquivo charcos para que no se me mojen los pantalones.
Llego y escucho. Los ojos se me llenan de lágrimas. Los temas son variados pero me movilizan. Pienso en la reciente charla telefónica y me hago mil y una preguntas. En el salón algunos sonríen, otros acotan y unos cuantos hablan de temas vanales.
Hablo de política y de las elecciónes, pero ahora estoy en un auto. Opino sobre mi país y su futuro. Me apasiono, me entristezco. Se me hace un nudo en la garganta y alguna que otra lágrima rueda por mi mejilla.
Llego a destino y entro al salón. Todos esos ojos me miran. Tensa, me presento y opino. Propongo y asienten y al terminar, relajo los hombros y bajo mis defensas.
Frente a la pantalla me pregunto porque tengo esta esencia sensible, este espíritu frágil y este alma rota.